21 NOVIEMBRE 06: UN IGLÚ EN LA TERRAZA
Ha estado nevando toda la semana. Y eso significa trabajo. En el balcón se han acumulado más de treinta centimetros de nieve y alguien tiene sacarlos de ahí antes de que la barandilla desaparezca enterrada. Así que bien abrigado y equipado con una pala comienzo la ardua tarea. La nieve se ha apelmazado y a la primera palada salta un voluminoso bloque.
Inmediatamente una idea recuperada directamente de la infancia se ilumina en mi mente: construir un iglú.
El pobre Eco se echa largas siestas en el balcón y a menudo se despierta convertido en un montón de nieve. A él no parece preocuparle en absoulto pero quizá no le importaría tener un refugio.
Manos a la obra, voy sacando bloques y convirtíendolos en ladrillos bajo la supervisión del fututo propietario.
Los muros se van levantando. No estoy muy seguro de cómo va a resultar, me dá la impresión de que en cuanto cojan altura van a colapsar.
Consigo un bloque especialmente largo para cargadero de la entrada principal y Eco me hace prometerle que pondré una ventana con vistas al fiordo.
Tras un par de horas de trabajo la obra está terminada. Estoy orgulloso, para ser mi primer iglú.
El problema es que Eco no aprecia el regalo. Prefiere seguir durmiendo fuera y utiliza el iglú como urinario.
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