El Reino de la Luz: De las Auroras Boreales al Sol de Medianoche

La luz. Esa es la respuesta si alguien me pregunta qué me ha llamado más la atención de vivir tan al Norte, qué es diferente, qué es especial. La luz, tan simple como eso. Creo que la mayoría se siente decepcionada ya que esperan que diga el frío terrible, osos polares andando por la calle o alguna otra cosa fuera de lo común.
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Pero la luz aquí es algo realmente espectacular que cambia el paisaje transformán- dolo hasta extremos oníricos. El brutal cambio de incidencia del sol a lo largo del año, los atardeceres interminables del verano, la atmósfera azul del invierno sin sol, el clima siempre dinámico, siempre en movimiento, las montañas camaleónicas en perpétua permutación de color.... la naturaleza se recrea pintando cuadros efímeros sin descanso. Es un juego de contrastes contínuo entre nubes rotas en formas imposibles, el tapete liso de las aguas del fiordo, la quebrada silueta de la costa y la luz que lo amalgama todo en armonía. Mis fotos hacen poca justicia a tal grandiosidad, pero con que transmitan siquiera un ápice de ella, me doy por satisfecho.

20 AGOSTO 2006: ECO LLEGA

Eco es un Alaska Malamute. Vino repentinamente a finales de verano después de que Line localizara una camada cerca de Oslo. Sin tiempo a pensar cogió un vuelo y volvió con esta bolita de pelo con patas en los brazos. El último de 11 hermanos. ¿Por qué escogimos un Alaska Malamute? No vamos a engañarnos, la razón principal es mi fascinación infantil por los perros nórdicos de aspecto lobuno. Pero aunque el aspecto físico ha sido el factor determinante en nuestra elección si que tuvimos muy en cuenta su personalidad y recabamos cuanto dato pudimos en la biblioteca y en internet previo a su adquisición. Por tanto estábamos advertidos de las características negativas de la especie. Y de las positivas.


Los orígenes del Alaska Malamute están en Alaska, criado originalmente por la tribu esquimal de los mahlemiut, de donde viene su nombre. Los mahlemiut, por su vida nómada, necesitaban de un perro de gran fuerza y resistencia, capaz de soportar trabajo duro con comida escasa y bajísimas temperaturas. Acorde al régimen comunal de la tribu el perro no podía ser ni territorial ni agresivo con las personas. Aquí encontramos ya definida las principales características de la raza que serían fijadas y pulidas durante su crianza como raza reconocida desde el primer cuarto del siglo XX.

En el Kennel donde conseguimos a Eco nos lo adviritieron: "El Alaska es un perro complicado para ser tu primer perro". El Malamute es un perro primitivo que conserva muchos instintos de su primo el lobo, con todo lo que ello implica. Es posible que sea el más antiguo de los perros nórdicos, es, además, el más grande y poderoso de todos ellos. ¿Por qué es un perro complicado? Hay quien piensa que porque son poco inteligentes, les cuesta mucho aprender y obedecer. Gran equivocación. Son probablemente los perros más inteligente y suelen aprender -lo que les interesa- en una sola vez. Pero son muy independientes y evaluan la necesidad de llevar a cabo una acción, no actuan u obedecen ciegamente, algo indispensable para sobrevivir un una entorno terriblemente hostil donde un mal paso o decisión puede ser fatal ¿Por qué vas a seguir recto, aunque tu dueño te lo pida, si sientes que la capa de hielo es más fina y podeis iros al fondo del lago? Pues te paras, así piensa un Alaska. Un Alaska Malamute no busca un jefe que de órdenes todo el tiempo, busca un líder que guíe, que proteja la manada, que sea capaz de surtir de alimento y agua. Pero el líder no se impone por la fuerza, es el perro el que lo acepta libremente otorgando su confianza a un individuo que da muestras de seguridad, coherencia y de saber lo que se hace (casi nada). Si el candidato a líder -dueño- no da la talla, el Alaska asumirá el rol porque lo que está claro es que la manada no puede andar por esos caminos de dios sin alguien competente a la cabeza.


Ahí está la dificultad, tienes que ser digno de la confianza del perro. Tienes que mostrarte seguro, firme y sobre todo coherente -la palabra del millón- en todo momento. Eso requiere una constancia agotadora porque el Alaska va a probar continuamente la firmeza de tus reglas, por ejemplo, para asegurarse de que el líder sigue en forma y es competente. La violencia no funciona con el Alaska, te tendrá miedo, te obdecerá mientras esté al alcance de la correa pero se separará de tí en cuanto pueda. En alguien que te pega no puedes confiar, y alguien en quien no puedes confiar, como líder no vale nada. Y aunque seas un líder perfecto, no esperes que un Alaska te escuche u obedezca en todo momento, él tiene sus propias ideas y su propio criterio. Hay que vivir con eso.

El Alaska Malamute es un perro rebosante de energía y si no puede gastarla tirando de un tríneo, lo hará destruyendo media casa o volviéndote loco. Necesita ejercicio, mucho, y si está cansado será un perro feliz y dormilón. Y tu un dueño feliz con un mobiliario indemne.

En sus aspectos más positivos: el Alaska es un auténtico peluche viviente, cariñoso a más no poder con las personas, sean conocidas o no, no sirve en absoluto como perro guardian o protección. Por un lado su herencia lobuna le hace absolutamente devoto de su manada y su líder (dueño/dueños), por otro lado la tribu de esquimales donde tuvo su origen, al vivir en comunidad y compartiendo todo, no podía permitirse el lujo de tener perros agresivos así que aplicaron un método de selección infalible: perro que muerde a la cazuela. No está la cosa en el Ártico como para desperdiciar una valiosa fuente de proteinas.


Ésta es la teoría. Ahora toca probar si somos dignos de la confianza de esta bolita de pelo con patas que pronto será un señor perro de 40 kilos.

16 AGOSTO 2006: HAMMERFEST AL DESNUDO

Siendo honestos: Hammerfest no cuenta con prácticamente ningún atractivo turístico fuera del entorno natural y la belleza descarnada del ártico. Al menos como centro urbano no posee elementos culturales, históricos o arquitectónicos dignos de mención. Mas bien lo contrario, es una ciudad reconstruida prácticamente de cero hace 50 años y que además, tras la desaparición de la actividad pesquera en la que se sustentaba, entró hace décadas en una franca decadencia que aun se nota en muchos edificios. Sufrió una disminución galopante de población que emigraba en busca de oportunidades en el boyante sur Noruego. Luego, en los noventa, la resurrección vino de la mano de los recursos gaseosos descubiertos a poca distancia de la costa. Pero esa es otra historia.

Podríamos decir que el único -o al menos principal- activo turístico de la ciudad es su posición geográfica, mas específicamente: su latitud es su tesoro. Como ciudad mas septentrional del mundo -titulo siempre en disputa- y puerto de paso de los cruceros hacia el Cabo Norte, Hammerfest disfruta de un flujo constante de turistas siempre dispuesto a comprar un oso polar de peluche o una genuina piel de reno. Para aprovechar el calor de esta tibia pero constante fuente de ingresos, la ciudad ha rebuscado en su Historia todo hito que ha podido encontrar para surtir al siempre ávido de fotografías turista de algunos rincones y monumentos donde saciarse.

En una muy subjetiva y relativa clasificación decreciente en importancia de la modesta pero entrañable oferta primero podríamos situar al Museo de Historia de Hammerfest. En realidad no hay demasiado que contar: algo sobre los primeros pobladores, Hammerfest alcanzando el estatus oficial de ciudad en 1789 y la aparición de un par de barcos de guerra ingleses (con breve intercambio cañonazos incluida) en el contexto de las guerras napoleónicas, cuando Noruega era parte de Dinamarca y ésta estaba aliada con Francia.

Sin duda uno de los aspectos más atractivos de la historia local es el papel de puerto de lanzamiento que Hammerfest jugó durante la época de las expediciones al ártico de finales del XIX y principios del XX. Una época pionera y épica que se guarda en historias y fotografias de tremenda capacidad evocadora del sabor de la aventura pura.


Todos estos eventos son tocados de refilón y resultan meramente anecdóticos al lado del mayor hito -y a la vez mas dramático- en la Historia de la ciudad: la ocupación alemana durante la II Guerra Mundial y la posterior reconstrucción. Los nazis, ya derrotados, destruyeron Hammerfest hasta los cimientos antes de retirarse. Resulta demoledor reconocer el paisaje que ahora me rodea en las fotografías y películas que se exhiben en el museo. El paisaje es el mismo, pero la ciudad es un solar donde lo único que se levanta son un bosque de tiros de chimeneas como troncos calcinados. Los tiros de chimeneas eran la única parte de ladrillo de las casas. El resto había desaparecido.


El ataque alemán a Noruega fue especialmente alevoso y traicionero ya que ambos países habían compartido lazos de amistad. El káiser Guillermo había sido un amante de Noruega, acostumbraba a pasar aquí sus vacaciones y no dudo en mandar un ejército de arquitectos y constructores alemanes para reconstruir Alesund tras su terrible incendio de principios de siglo. Además Noruega vivía apartada de las grandes tensiones internacionales. Por estas y otras razone la sorpresa fue total cuando en Abril del 40 los buques de guerra Nazis aparecieron en los fiordos.



Y Noruega tuvo un buen numero de mártires heroicos en aquel día. El alto mando alemán, quizá con cierto complejo del que le pega a un niño, había ordenado una ocupación sin derramar sangre. Los noruegos eran pacifistas sin prácticamente fuerzas armadas pero también son descendientes de los vikingos, no dudaron en oponer resistencia y a pesar de las peticiones alemanas para evitar la lucha dos patrulleras atacaron suicidamente los destructores alemanes en Narvik y fueron voladas a cañonazos. En Bergen, Trondheim, Kristiansand y en Oslo -donde el crucero Blucher fue hundido- se combatió también a los nazis.


Por supuesto los defensores fueron arrollados por la maquinaria alemana. Y llegaron los cinco largos años de ocupación. Finnmark, la región donde Hammerfest se ubica, se volvió repentinamente estratégica cuando comenzó la guerra en Rusia y los convoyes de transportes anglo-americanos empezaron a doblar el Cabo Norte camino de la URSS. Los alemanes aumentaron sus fuerzas en la zona e incluso el acorazado Tirpitz, el hermano del Bismarck y buque mas poderoso de la época, se estacionó entre Tromso y Hammerfest hasta el final de la guerra.


Como ya se ha dicho los nazis al retirarse no dejaron nada. Ni en Hammerfest, ni en Alta ni en las otras ciudades de Finnmark. Lo quemaron todo y la gente se acomodó como pudo en cuevas. Aunque cuesta sorprenderse ya por las salvajadas ocurridas durante la IIGM resulta difícil no conmoverse con las caras que reflejan las viejas fotografías. Gentes que vivían apaciblemente, desentendidos y ajenos a las peleas y ambiciones de los grandes imperios, centrados un mundo cotidiano que no va mas allá de unas decenas de kilómetros. Y repentinamente ese mundo resulta aniquilado por fuerzas incontenibles y se encuentran impotentes en medio de la vorágine.


Después del Museo de Historia podríamos situar el museo del Real Club del Oso Polar que podría decirse que es el museo de historia natural. Numerosos animales disecados, información sobre expediciones polares, balleneros, barcos atrapados en el hielo... hacen la visita entretenida. Ya visitando por la ciudad edificios y lugares emblemáticos notaremos que lo que hay es mas bien simpático y entrañable que impresionante. Hay que visitar la original iglesia y la columna del meridiano que conmemora la medición en 1816 de un arco de meridiano por Rusia, Suecia y Noruega. Y después está el "pabellón" para conciertos levantado con motivo del 200 aniversario de la ciudad, que siempre me resulto divertido porque es simplemente una pequeña marquesina cuadrada de unos 6-7 metros de lado, construida en madera y pintada en colores brillante.


Como ya digo, la oferta cultural y arquitectónica es modesta, pero Hammerfest no precisa de catedrales góticas o pinacotecas cuando el fiordo y la luz ártica están constantemente, 24 horas al día, creando monumentos a la belleza y a la grandiosidad. Si vienes a Hammerfest, simplemente sube por el empinado camino en zig-zag justo detrás del pabellón, al llegar a la cima entra en Turistua, pídete un chocolate caliente, siéntate junto a los ventanales y disfruta del espectáculo.


15 AGOSTO 2006: 15 MINUTOS DE FAMA. JUGADOR DEL HAMMERFEST FOTBALL KLUBB

A los pocos días de nuestra llegada entramos en una tienda de deportes para comprar algo. Yo estaba curioseando entre las prendas deportivas cuando veo que Line se acerca con uno de los dependientes. Sin decirme nada había estado preguntando a todo el mundo en la tienda si conocian a gente con la que yo pudiese jugar al futbol... El chaval de la tienda me pregunta que si quiero jugar en serio o por pasar el rato, ya que él es uno de los jugadores del equipo de la ciudad. No sabía muy bien que contestar y le digo que de lo único que he jugado medio en serio alguna vez es de portero.

No me dejó terminar y explicarle que eso fué hace años, lustros. Se le iluminaron los ojos. "¿De portero?" -dijo- "Estamos buscando un portero porque sólo tenemos uno". Y tomó nota de mi número de teléfono mientras yo miraba a Line pensando "Vaya historias en las que me metes". No pasaron ni 15 minutos cuando me llamó el que decía ser el entrenador del Hammerfest Fotball Klubb preguntándome si quería realizar una prueba con ellos.

Al lunes siguiente me encontré en el Hammerfest Hallen dispuesto para la prueba. Un precioso campo de futbol de césped artificial a cubierto dónde entrenar a resguardo de los rigores del invierno. El Hammerfest Fotball Klubb -o HFK- había ascendido la temporada pasada a la Segunda División noruega. Correspondiente a la Segunda B española, ya que la primera se llama "Elite" y no "Primera". Mi nunca empezada carrera futbolística estaba alcanzando su punto álgido.

Así que unos 13 años después de colgar los guantes con el Varta Baterías en el Campeonato Municipal de Futbol Sala de Jerez me encontraba en el centro de los 7,13 metros con una horda vikinga en frente dispuesta a fusilarme durante más de media hora. Al acabar, cuando ya no podía con mi alma, se me acercó el entrenador preguntádome si podía pasarme por las oficinas del club al día siguiente para firmar. Algunos jugadores me daban la enhorabuena al pasar a mi lado.

Y así casi sin proponérmelo me encontré entrenando casi todos los días junto al portero titular, Tore, de 38 años, al borde del retiro, con experiencia en Primera División, corazón del equipo y todo un personaje. Me pegaba unas buenas palizas y me enseñó un buen número de cosas interesantes para mejorar mis técnicas como guardameta, que siempre habían sido más instintivas que otra ortodoxas.


Fué toda una experiencia. Dentro de su modestia el HFK seguía todas las reglas de cualquier buen club: el primer partido convocado nos reunimos en la sala de conferencias del hotel uniformados con nuestros chándales del equipo para la charla previa del entrenador, con pizarra incluida. En el vestuario encontramos nuestros uniformes completos perfectamente doblados y preparados, cada uno en nuestro sitio. Me sacaron fotos para el periódico, tuve que aclararles que el nuevo portero no era alemán sino español y orgulloso. En aquel primer partido Tore tuvo un amago de lesión y en el descanso me pusieron a calentar porque se encontraba muy mal. Gracias a Dios se recuperó porque lo último que me apetecía era debutar tras dos entrenamientos y más de diez años sin jugar futbol 11.

Más tarde participé con otros jugadores en un taller de futbol de tres días con los niños de la ciudad. Principalmente trabajé con niños de entre 8 y 11 años. Curiosamente a pesar de mi macarrónico noruego y su inexistente inglés nos entendimos perfectamente. Serán los cinco años de responsable Scout. El caso es que para ellos resultaba impresionante que fuera el portero del HFK y además español. No tardó en correrse el rumor -juro que no salió de mí- de que había jugado en el Real Madrid. Al final del día me encontré firmando mis primeros -y supongo que últimos- autógrafos en balones y camisetas.

Por supuesto sabía que no podía durar. El ritmo de entrenamientos casi diarios, más los partidos, más algún partido con el filial era incompatible con toda otra cosa. Especialmente cuando llegó Eco y posteriormente empecé en el trabajo. Así que en Diciembre presenté mi resignación.

Pero ya nadie me quita el haber sido estrella extranjera del HFK y los balones que he firmado.




9 AGOSTO 2006. 45m2 DE CASA, 336km2 DE PARCELA

Tenemos casa. Pero de momento sólo eso. El camión de mudanzas que trae todas nuestras cosas asciende serpenteando lentamente por toda la geografía noruega desde Oslo. Aún tardará dos semanas en llegar a Hammerfest. No tenemos televisor, ordenador, música, libros, aperos de cocina, ropa,...

No hay mucho que hacer aparte de pasear para conocer la ciudad, cosa que no lleva mucho tiempo. Pero Line tiene algo en mente para tenernos ocupado. Desde el primer momento que puso pie en nuestro pequeño apartamento ha tenido pesadillas con el color de la pared en la sala de estar-cocina. El apartamento, de tamaño ideal para nosotros dos, está en perfectas condiciones ya que hace poco que lo arreglaron -y pintaron- y realmente nos gusta, pero ese amarillo verdoso de las paredes es superior a sus fuerzas. Yo estoy más curtido ya que he habitado todo tipo de cuevas durante mi periplo por varios pisos estudiantiles en Sevilla, pero accedo a que busquemos un color más "relajante" que el actual.

Nos pertrechamos de rodillos, brochas, cinta, plásticos, periódicos y dos botes de pintura café latte y en una sola noche sin dormir completamos la tarea. Sin duda tengo que reconocer que ahora se está mejor y ha desaparecido esa extraña e incómoda sensación que -ahora me percato- estaba provocada por el amarillo enfermizo de las paredes.

Cumplido en casa, llega el momento de tener mi primer contacto con Kvaløya, nombre de la isla donde se encuentra Hammerfest. La isla tiene tres poblaciones: Hammerfest, en la costa occidental cons sus 10.000 habitantes, Rypefjord, también en la costa occidental, a apenas 1km de Hamerfest, unos 1.000 habitantes y por último en el lado opuesto de la isla, Forsøl, que no se cuantos habitantes tiene pero podría ir a contarlos y no tardaría ni 15 minutos. Y me sobrarían dedos creo. Las única carretera existente es la que une estas tres poblaciones.


El resto de la isla es el reino de los zorros y las aves. Son 336km2 de terreno desierto, de montañas, lagos y viento. 336km2 de terreno sin más propietario que el que lo holle. En definitiva, tengo 336km2 de jardín para mi disfrute y recreo y empiezan justo en el umbral de mi casa. No es necesario desplazarte, simplemente abres la puerta y puedes caminar durante horas sin ver una casa. A lo sumo algún zorro huidizo y algún otro esforzado caminante

Sin embargo mi primer reconocimiento lo voy a hacer por carretera, me calzo las zapatillas y las calzonas que tuve la previsión de meter en la mochila y me voy a correr en dirección a Forsøl. Va a ser duro, ya que hace muchos meses que no corro, pero no tengo intención de hacer todo el camino sino sólo hasta donde pueda ver la otra orilla de la isla. El camino es cuesta arriba. Dejo atrás las casas de Prærian -La Pradera- y al pasar la cerca de los renos estoy en la carretera de Forsøl sin dejar de ascender. El paisaje "Braveheart" es más acusado que nunca. Grises, verdes y agua, mucha agua en forma de riachuelos, charcas y lagunas.

La carretera empieza a descender en curva, pero estoy encajonado entre colinas y no puedo ver en la distancia ni, por tanto, la otra orilla. Pero al poco por fin se abre el paisaje y alcanzo a ver el mar. Llevo recorridos unos 4-5km. Me llama la atención un pequeño brazo del fiordo a mi derecha y que queda parcialmente oculto por las elevaciones del terreno. Me salgo de la carretera y empiezo a cabrear sobre terreno rocoso sorteando arroyuelos hasta alcanzar un punto alto donde domino este delicado apéndice del fiordo poco profundo e intenso color turquesa. Acaba en una playa de arena, apenas una cinta blanca entre el azul y el verde.


Me absorbo en su contemplación por un buen rato. Demasiado, las piernas se enfrían y va a ser doloroso empezar de nuevo. Deshago el camino y al llegar de nuevo a la cerca de los renos observo el largo trayecto que antes fue cuesta arriba y ahora desciende. Antes, dando la espalda, no me percaté, pero desde aquí la vista es también interesante, con los grupos de casas en primer plano y el fiordo -con sus islotes y montañas surgiendo del mar- en segundo.


Hay algo más. Ha sido un día radiante pero ahora, parte del fiordo está cubierto de nubes y de una cortina opaca: un telón de lluvia que parece que va engullendo parsimonioso montañas cada vez más cercanas. Es una tormenta, y viene a mi encuentro. La última parte de mi trayecto se convierte en una carrera contra las nubes para ver quién llega primero a casa. Acabo ganando por pocos segundos: al poco de cerrar la puerta la tormenta descarga sobre nosotros.

He aprendido algo que será una constante dureante elresto de mi estancia en Hammerfest: el fiordo fabrica el clima. Basta mirarlo para saber que es lo que viene en la próxima hora.


6 AGOSTO 2006. 70ºNORTE

70º y 39´ para ser más exactos. Ésa es la latitud de Hammerfest, la ciudad más septentrional del mundo. Hay otras tres poblaciones de menor entidad en Noruega y en Alaska que le intentan disputar el título, pero Hammerfest es la única que supera los 5.000 habitantes (de hecho tiene más de 10.000) de modo que los "Hammerfestanos arguyen que la suya es la única población de entre las contendientes que puede atribuirse la denominación de ciudad. Yo, "Hammerfestano" de adopción, les apoyo y así de camino puedo presumir de habitar "La Ciudad más Septentrional del Mundo"

En cualquier caso estamos bien entrados en el Círculo Polar Ártico y eso no lo discute nadie, el Polo Norte queda a cosa de 2.000km, en dirección Norte claro. Nadie lo diría. Nada de nieves eternas ni similares. La cálida Corriente del Golfo golpea de lleno a Noruega desde el sur y le proporciona un clima más templado del que le correspondería por su latitud.

Line y yo llegamos en un luminoso día de verano, con una temperatura realmente agradable. Nada más poner los pies al otro lado de la puerta de cristal del aeropuerto Hammerfest nos saluda a su manera: un grupo de renos atraviesa con parsimonia la carretera mientras los conductores se resignan. No hay duda, estamos en Hammerfest.

Proporcionamos al taxista la dirección del apartamento que Line tenía asignado por el hospital, el trayecto fue corto. Tan corto como unos 400m que resultaron ser los que separaban la casa del aeropuerto -alegría para mí, podía ver desde la ventana los aviones aterrizando y despegando-, tardamos más en cargar y descargar el equipaje que en el desplazamiento.

Desde que me bajé del avión lo primero que hice fue
mirar alrededor. Me punzaba la curiosidad por saber cómo sería la Naturaleza tan al Norte, no podía esperar a ponerme las botas y pegarme una buena marcha para investigar los alrededores. A simple vista y a esas alturas del año todo era de un verde exuberante. Pero ni un sólo árbol a la vista. El aeropuerto y el área donde íbamos a vivir estaban enclavados en un valle rodeado de pequeñas montañas, sin más vegetación que la que crece a pocos centímetros del suelo.

Lo que me vino inmediatamente a la mente al contemplar el paisaje fueron la imagen tradicional de las Highlands escocesas. No me estrañaría ver tanto a William Wallace cómo Connor McLeod correteando por aquí con su falda a cuadros y su espada a la espalda, y yo me uniría encantado. Es el paisaje típico de tapete verde con afloraciones de piedra gris oscuro que contrasta con el gélido azul oscuro del mar dónde, como todos saben, es obligatorio que desemboque todo paisaje de reminiscencias celtas. Si es en un acantilado, mejor. Paisaje muy agreste y ondulado pero no especialmente escarpado, habitualmente sumido en una bruma húmeda de nubes bajas que acarician las lomas más altas. Nubes rotas que permiten pasar rayos de sol para crear islotes de luminosidad sobre las praderas y lluvía de destellos sobre las abundantes lagunas, charcas y riachuelos.

Un paisaje perfecto para el caminante. Y es todo mío.


3 AGOSTO 2006. ATERRIZANDO

¿Cómo se llega a Hammerfest? Dos horas de avión desde Oslo hasta Tromso. En Tromso cambiamos el reactor por un precioso turbohélice bimotor Dash 8-100 que en 45 minutos nos lleva a Hammerfest. El Dash-8 es un avión preparado para pistas muy cortas así que el aeropuerto de Hammerfest no debe ser muy grande. Por supuesto no pierdo la oportunidad de colarme en la cabina, gracias a Dios la psicosis del terrorismo no llega hasta estos remotos lares. Los pilotos me informan que la senda de aterrizaje que ejecutan es de 6º ¡El doble de lo normal! Hoy es un precioso y luminoso día de verano ártico pero pienso lo que debe ser aterrizar en pleno invierno con ventisca y baja visibilidad. El piloto me comenta que lo peor de este aeropuerto es el viento cruzado. Yo mismo tendría la oportunidad pocos meses más tarde de ser testigo de las proezas y los momentos apurados que viven los pilotos durante la estación climatológicamente más dura.
Efectivamente el aeropuerto de Hammerfest es pequeño. De hecho, más que un aeropuerto es un portaviones. Por un extremo la pista acaba en rampa -como nuestro Príncipe de Asturias- y desemboca en un cortado vertical de varias decenas de metros de caída hasta el mar. O vuelas o nadas. Por el otro lado la pista da a la ladera de la montaña. O subes rápido o te estampas. En el lateral Norte de la pista hay una montaña, Storfjell, que se levanta unos 200 ó 300 metros sobre el nivel del aeropuerto. Su principal función es provocar turbulencias sobre los aviones que operan aquí -que no son muchos- y aterrorizar a los compugidos pasajeros. Nunca es aburrido despegar desde Hammerfest.

Como no podía ser de otro modo en mí, no he podido evitar el empezar hablando de aviones -mi gran pasión- antes que ninguna otra cosa. Pero ¿qué hace un Jerezano, habitante del extremo Sur de Europa, en la la Laponia Noruega, a pocos kilómetros del extremo Norte del continente?. Se puede decir que todo empezó hace cinco años, cuando conocí el sueño ibérico por excelencia: una preciosa nórdica. Los detalles son otra historia para otro momento... el caso es que desde entonces he visitado Noruega con cierta periodicidad e incluso estuve un año en Trondheim con una beca de la universidad. Al acabar la carrera permanecí un año en España trabajando y esperando a que Line -mi noruega- acabase sus estudios. Para entonces ya tenía muy claro que quería cambiar de aires y mudarme a Noruega por tiempo indefinido.


Lo que no sabíamos es adonde. Acabados sus estudios de Fisioterapia, Line sería destinada como interina -turnus en noruego- a alguna ciudad. Tendría cierta capacidad de elección dependiendo de su posición en un orden determinado por sorteo. En cualquier caso siempre a una pequeña ciudad, presumiblemente perdida y remota. Y ya puesto a elegir entre opciones remotas, ¿por qué no la más remota? Hammerfest, la ciudad más austral del mundo, 10.000 habitantes, Cabo Norte, Círculo Polar Ártico, Mar de Barents. ¿quién se puede resistir a esos nombre que evocan exotismo, lejanía, extremos, aventura....? yo no. Aunque sospecho que Line hubiera tenido menos problemas para resistirse y no hubiera tenido objeciones para aceptar una ciudad menos hemm... evocadora.

Hammerfest, aquí estamos.