El Reino de la Luz: De las Auroras Boreales al Sol de Medianoche

La luz. Esa es la respuesta si alguien me pregunta qué me ha llamado más la atención de vivir tan al Norte, qué es diferente, qué es especial. La luz, tan simple como eso. Creo que la mayoría se siente decepcionada ya que esperan que diga el frío terrible, osos polares andando por la calle o alguna otra cosa fuera de lo común.
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Pero la luz aquí es algo realmente espectacular que cambia el paisaje transformán- dolo hasta extremos oníricos. El brutal cambio de incidencia del sol a lo largo del año, los atardeceres interminables del verano, la atmósfera azul del invierno sin sol, el clima siempre dinámico, siempre en movimiento, las montañas camaleónicas en perpétua permutación de color.... la naturaleza se recrea pintando cuadros efímeros sin descanso. Es un juego de contrastes contínuo entre nubes rotas en formas imposibles, el tapete liso de las aguas del fiordo, la quebrada silueta de la costa y la luz que lo amalgama todo en armonía. Mis fotos hacen poca justicia a tal grandiosidad, pero con que transmitan siquiera un ápice de ella, me doy por satisfecho.

10 ENERO 07: UN RESPLANDOR EN LA OSCURIDAD



Hoy más que nunca, las palabras se me quedan cortas, inútiles. El lenguaje -por demasiado humano- es impotente llegado este momento y yo me siento torpe e incapaz de completar esta tarea. ¿Cómo descifrar la matemática de la magia?, ¿Cómo explicar el poder de una tormenta en alta mar enseñándo tan sólo un vaso de agua salada?. ¿Se pueden acaso atrapar estrellas fugaces en las manos ahuecadas?. La Naturaleza existe para ser absorvida a través de todos los sentidos -los físicos y los otros- no para recibirla en informes... sin embargo, eso es lo que vanamente vengo haciendo en este blog y siento que es mi obligación completar esta entrada.

La más difícil quizá. La más "hay que estar ahí para entenderlo". Intentémoslo en cualquier caso.

Espera a la noche, no leas a la luz del sol. Apaga las luces, que se haga la oscuridad en la habitación, es importante. Vamos a la caza de la Luz del Norte. Necesitamos escapar de toda contaminación lumínica, no es que en Hammerfest haya demasiada pero aún así buscamos negrura virgen de luz humana.

No es difícil, salimos de casa y trepamos por la ladera. Noche sin luna de cielo claro como el cristal. El terciopelo enjoyado nítido. Ligera brisa de filo terrible. Avanzamos rapidamente a oscuras: la nieve, además de nivelar el terreno, absorve y aumenta la escasa luz.

Al poco la magia. Tímida al principio, tan sólo unos destellos. Desatada finalmente en una muda orgía de color: La Aurora Boreal.

Y de nuevo, ¿Cómo describirla?. Es magia pura. Es sobrenatural. Es mística.

Unas veces lenta y pausada, desplegándose y creciendo paso a paso. Otras inmediata y directa, puentes de luz que van de horizonte a horizonte. A menudo nerviosa, una pulsación febril que danza como una llama helada de color fantasmal. Y otras infinita -nacida sobre nuestra vertical- vemos los haces convergiéndo en el universo estrellado en una perspectiva sin fin que nos hace volar a través del tiempo y del espacio.

Su sonido es el silencio, y de veras que atrona aquí arriba, rodeado de nada. Estoy sólo, todo este despliegue inmenso en mi honor. Todo para mí. Al poco ya me he separdo de la tierra, hasta de mi cuerpo, sólo hay cielo negro infinito y luces espectrales que bailan hechiceras, se me ha olvidado todo lo demás. Todo lo demás es demasiado pequeño e insignificante, ¡El universo está danzando!































Y el espectáculo se repite cada noche. El invierno polar en todo su esplendor.