El Reino de la Luz: De las Auroras Boreales al Sol de Medianoche

La luz. Esa es la respuesta si alguien me pregunta qué me ha llamado más la atención de vivir tan al Norte, qué es diferente, qué es especial. La luz, tan simple como eso. Creo que la mayoría se siente decepcionada ya que esperan que diga el frío terrible, osos polares andando por la calle o alguna otra cosa fuera de lo común.
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Pero la luz aquí es algo realmente espectacular que cambia el paisaje transformán- dolo hasta extremos oníricos. El brutal cambio de incidencia del sol a lo largo del año, los atardeceres interminables del verano, la atmósfera azul del invierno sin sol, el clima siempre dinámico, siempre en movimiento, las montañas camaleónicas en perpétua permutación de color.... la naturaleza se recrea pintando cuadros efímeros sin descanso. Es un juego de contrastes contínuo entre nubes rotas en formas imposibles, el tapete liso de las aguas del fiordo, la quebrada silueta de la costa y la luz que lo amalgama todo en armonía. Mis fotos hacen poca justicia a tal grandiosidad, pero con que transmitan siquiera un ápice de ella, me doy por satisfecho.

21 OCTUBRE 06: FYRANJÁRGA

Día de color acero de un otoño que quiere ser invierno. El cielo y el mar compiten por ofrecer su cara más grisácea, más opaca, más oscura. No hay brillo, no hay exhuberancia de luz y colores. Las montañas se han tornado negras con blanquísimas cicatrices de nieve. La belleza despiadada y fría de una hoja templada y afilada. Los pulmones se inundan de ártico en cada inspiración.



Eco y yo vamos a visitar el norte de la isla. Saliendo hacia el aeropuerto, ascendemos una vez más hasta la antena de Storfjell y seguimos la pista que nos lleva hacia la estación VOR (aeronavegación). Desde aquí cresteamos en dirección Norte hasta llega al extremo Noroeste de la isla.



El día es frío y húmedo, una fina aguanieve nos acompaña todo el camino. Cómo dicen en Noruega, no hay mal tiempo sino ropa inadecuada. Tanto Eco cómo yo venimos equipados y no nos incomoda el clima, más bien al contrario, lo disfrutamos. Lo intentamos absorber con cada uno de nuestros sentidos Cada bocanada de aire es un ejercicio de desintoxicación y limpieza interior.



Para evitar volver por el mismo camino giramos a la derecha y seguimos la costa bordeando los acantilados. Al rato tenemos la pequeña población de Forsol a la vista. Nos encaminamos hacia el sur y tras una sucesión de colinas y lagunas llegamos a Prærian, y desde aquí, por la calle, hasta casa.



El invierno ártico está cerca. Lo esperamos impacientes.